Para celebrar el "Throwback Thursday", ¡continúa nuestra serie sobre la historia de Lady Liberty!
Para fortuna de Bartholdi y Laboulaye, Napoleón III fue depuesto como resultado de la guerra franco-prusiana, lo que llevó al establecimiento de la Tercera República Francesa, de mentalidad más liberal, en Francia. Con este cambio de gobierno, Bartholdi y Laboulaye vieron la oportunidad perfecta para comprometerse con estadounidenses influyentes sobre sus planes de desarrollar un monumento conjunto que celebrara la libertad como regalo a los Estados Unidos.
En junio de 1871, la pareja llegó al puerto de Nueva York, donde Bartholdi vio por primera vez la isla de Bedloe. La isla, pensó para sí mismo, sería el lugar perfecto para el colosal monumento que imaginaba.
Para alegría de Bartholdi, descubrió que la isla de Bedloe era propiedad del gobierno de Estados Unidos y, por tanto, de todos los estados. Se apresuró a agasajar a los poderosos neoyorquinos, antes de poner sus miras en Washington, D.C., donde se sentó con el presidente Ulysses S. Grant. Grant se mostró receptivo a la idea, y aseguró a Bartholdi que conseguir la isla de Bedloe para la obra no sería un problema.
Viajando dos veces a través de Estados Unidos en tren, Bartholdi había conseguido importantes avances en la obtención de apoyos por parte de los estadounidenses que simpatizaban con la causa. Sin embargo, a su regreso a Francia, le preocupaba que la opinión popular sobre el proyecto no fuera todavía suficiente.
Si bien los planes para construir la Estatua de la Libertad se habían puesto en marcha, aún pasarían otros cuatro años antes de que Bartholdi comenzara la construcción del icónico monumento...
Esté atento a la Historia de la Estatua de la Libertad: Parte 3, el viernes.
En caso de que te lo hayas perdido, lee la primera parte de esta serie de varias partes.
*Foto de cabecera de Lady Liberty por Mike Gutkin. Echa un vistazo a su otro trabajo impresionante en Instagra